Trasfondos de Aljucer
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lunes, 2 de junio de 2014

Los invisibles olmos aljucereños

Trasfondo n º 24

Desolados olmos junto a la acequia de Alguazas

En Aljucer tenemos unos árboles frondosos, gigantes, elegantes, silenciosos, bonicos, símbolos de la abundancia del agua y de la fertilidad de la tierra. Comúnmente junto a las acequias. Dejan pasar el sol y el calor en el frío invierno y refrescan con su sombra en el verano. Son los majestuosos olmos.

Un árbol de larga trayectoria histórica en la Península Ibérica, ya presente en la cultura griega y romana. Un lugar de encuentro, si estaba situado en una plaza, una forma de fijar un cauce en el caso de las acequias y ríos, una base para las vides en la época antigua, un lugar donde guarecerse del sol. Un árbol, en fin, útil y hermoso y necesario para el hombre. 

De entre todos los tipos de olmo que hay en la península, nosotros podemos disfrutar del Ulmus Minor. Sin duda, un árbol para deleitarse mirándolo, tocándolo, disfrutando de su sombra...

Aljucer es, aún, un sitio privilegiado, pues en su territorio, aún hay varias olmedas, que, aunque no están en las mejores condiciones, son testigos silenciosos del devenir de la huerta y de sus habitantes. Y justamente es su silencio y su olvido, el motivo de que hayan sobrevivido. Os invitamos a descubrirlas, a admirarlas, a protegerlas. A acercarse a ellas con cariño y respeto.

Y, sin embargo, Ricardo sugiere una foto de unos olmos secos. Unos olmos a los que les da la luz del atardecer, bajo un cielo precioso. Una metáfora de la muerte asociada a estos preciosos árboles. ¿Por qué?

En este momento es cuando queremos ir más allá. Nuestro interés no está en repetir algo que otros dicen mucho mejor. Por eso os ponemos enlaces en los trasfondos de vez en cuando. Nuestro interés es tratar de reflexionar y mostrar algo más de lo que se ve. 

Estos olmos, junto con otros que todavía quedan cerca de ellos, son los único ejemplares que quedan en los alrededores del casco urbano de Aljucer. Los más próximos a las viviendas, a las calles, a los ojos de los aljucereños. Y, sin embargo, hasta no hace mucho, eran invisibles. 

Ahora los vemos en su decrepitud, nos damos cuenta de su existencia en su fealdad, en su muerte. Y no deja de ser curioso. No deja de ser un imagen de lo que somos y de cómo tratamos nuestro patrimonio. Eso que no es de nadie, pero que es de todos. Cuando está junto a nosotros, no le damos importancia, no es valioso y su desaparición no significa ninguna pérdida. Sin embargo, somos capaces de apreciar su valor y su en canto en otro lugar, en otro entorno, en otra circunstancias. 

Los olmos son árboles protegidos por leyes de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia. Son un patrimonio a conservar. Forman parte del paisaje y de la riqueza vegetal de nuestra querida huerta. 

Como suele pasar, el desconocimiento y la ignorancia se atreven y perpetran desastres. Otras veces es la mala fe la que actúa en pos de unos intereses personales, que no comunes. 

De una forma o de otra, los olmos de la foto han sido víctimas de alguna de estas posibilidades. 

Creemos que puede ser muy interesante y curioso, animaros a buscar los olmos y las olmedas, saber reconocerlos y disfrutarlos y protegerlos. Por ello, se nos ocurre dejaros algún enlace que os pueda guiar en la búsqueda de estos gigantes silenciosos que están diseminados por la huerta de Aljucer. 

Nosotros sólo queremos poner en evidencia que, detrás de esta fealdad, hay una realidad que descubrir, una realidad bien viva y hermosa, digna de ser conocida, protegida y puesta en valor. ¿Seremos capaces?

Y luego dicen que no tenemos monumentos en Aljucer...

Dedicado a Antonio Ignacio López Micol, que nos hizo visibles, los invisible olmos de Aljucer. 

Ginés Marín Iniesta
 
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